John Nowacky
Los videojuegos han recorrido un largo camino desde los primeros días de Sonic the Hedgehog y la Sega Mega Drive. Cuando era niño, esperaba con ansias la Navidad y los cumpleaños, con la esperanza de recibir un nuevo juego para agregar a mi colección. En ese entonces, los videojuegos eran más simples, con opciones limitadas y sin conectividad en línea. Nos reuníamos alrededor del televisor, soplábamos en los cartuchos para hacer que funcionaran y pasábamos horas inmersos en los mundos pixelados de nuestros personajes favoritos.
Avancemos hasta hoy en día, y el panorama de los videojuegos ha cambiado radicalmente. Juegos de servicio en vivo como Fortnite, Minecraft y Roblox se han convertido en protagonistas de la industria del gaming. Como padre, he sido testigo de primera mano de cómo estos juegos han captado la atención de mis hijos, que ahora tienen más de 10 años.
Aunque al principio miraba con desdén estos juegos, considerándolos parte del «apocalipsis de los videojuegos», decidí probarlos con mis hijos. Para mi sorpresa, descubrí que ofrecían más que solo entretenimiento sin sentido. Minecraft, en particular, proporcionaba una experiencia relajante y creativa. Y hasta en un juego como Fortnite, encontré un shooter bien diseñado con un mundo atractivo para que los jugadores lo exploraran.
Lo que más me impactó de estos juegos de servicio en vivo fue su capacidad para mantener a los jugadores involucrados. Con actualizaciones frecuentes, complementos y nuevos personajes, siempre había algo nuevo por descubrir. Me recordaba a los días en los que me sumergía en las aventuras de rol de juegos como Grand Theft Auto 3.
Los videojuegos han evolucionado más allá de lo que muchos de nosotros experimentamos en nuestra infancia. Ya no podemos esperar secuelas cada pocos años, y el proceso de desarrollo se ha vuelto más complejo y demorado. Esta evolución constante tiene sus desventajas, pero también trae nuevas posibilidades y experiencias para los jugadores.
Por mucho que la nostalgia nos haga anhelar la simplicidad del pasado, debemos reconocer que los videojuegos están destinados a cambiar y evolucionar. La juventud de hoy tiene diferentes expectativas y demandas de sus juegos, y necesitamos abrazar este cambio. Después de todo, si se nos diera la oportunidad, ¿no habríamos comprado con entusiasmo contenido adicional para nuestros juegos retro favoritos?
Así que demos la bienvenida a la nueva generación de videojuegos y apreciemos la creatividad e innovación que trae consigo. Desde Sonic hasta Fortnite, cada era tiene su encanto único y podemos encontrar placer en ambas. En cuanto a mí, conservaré mis consolas retro para esos momentos nostálgicos, pero también abrazaré el mundo en constante cambio de los videojuegos junto con mis hijos.
